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Una vida con propósito

Una mirada diferente

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Suena idílico y lejano, pero está más cerca de lo que creemos. Es posible vivir una vida con sentido, con dirección, fuera de rutinas que nos consumen y preguntas que no nos hacemos. Hoy te contamos de qué se trata la vida con propósito.

La vida con propósito tiene que ver con metas

La palabra “propósito” suena enorme. Pero si lo analizamos un poco más fríamente, descubrimos que como es así de enorme, también es así de accesible y posible.

¿De qué hablamos cuando hablamos de una vida con propósito?

Vivir con propósito tiene que ver con:

  • Ser consecuentes con las metas que vamos eligiendo.
  • Hacernos responsables de lo que implica alcanzar esas metas.
  • Estar atentos a nuestros actos y preguntarnos si nos acercan a donde queremos llegar.
  • Permanecer en constante aprendizaje.
  • Vivir de forma consciente e intencional.
  • Vivir de forma proactiva, no únicamente reactiva.
  • Vivir sin dar lugar a la competencia, comparación, al perfeccionismo, al juicio ajeno.
  • Ser agradecidos.
  • Abrirse a salir de creencias limitantes.

La vida con propósito tiene que ver con metas, evidentemente, pero no solo con la concreción de esas metas, sino más bien con lo que vamos siendo en el camino. Tiene que ver con algo más que solo una checklist de logros alcanzados.

Se trata de una vida que dirigimos (en la medida de lo posible) a través de decisiones, que tiene sentido, que va hacia un lugar, que no solo espera a reaccionar ante lo emergente, que es plena y vivida profundamente, que trae bienestar psicológico, que nos da identidad y en la que, irónicamente, nuestras necesidades individuales suelen combinarse con necesidades colectivas. Teniendo propósito, el día a día cobra sentido y es de impacto para uno y para otros.

Algo más que el ámbito laboral

¿Podemos encontrar nuestro propósito fuera del ámbito laboral? Claro que sí. Una vida sin propósito no se hace preguntas, se encuentra en piloto automático, a la deriva de la vida.

Preguntas para salir de la zona de comodidad y el automatismo, y empezar a buscar tu propósito:

  • ¿Qué es eso que, al hacerlo, sientes plenitud y perdés la noción del tiempo?
  • ¿Qué es lo primero que haces cada vez que dispones de tiempo libre?
  • ¿Qué es aquello que otros suelen destacar de vos?
  • Lo que hago: ¿Me da satisfacción hacerlo, o me dan más satisfacción sus “resultados tangibles” que el proceso cotidiano?
  • ¿Qué te mueve, te motiva, te indigna, te moviliza internamente?
  • ¿Cómo me imagino la “mejor versión” de mi mismo?
  • ¿Qué quiero lograr como persona?
  • ¿Dónde quiero estar en 5 años?

Si no tenés las respuestas a estas preguntas, no te preocupes. En todo caso, ocupémonos y comencemos un camino de autodescubrimiento y autoconocimiento. Empezando por ahí, ya estaremos viviendo una vida con propósito.

No olvidemos que vivir con propósito no se trata de tener una meta y cumplirla, sino de comenzar a caminar a consciencia, aprendiendo y conociéndonos a nosotros mismos. En todo caso, no se trata de una forma de vida que vive de cumplir objetivos, sino de una que te conduce a alcanzar diversos objetivos. No se trata de tener algo para que esa pertenencia nos defina, sino del camino inverso: Primero ser, luego hacer, y luego tener.

  • Dejemos el automatismo diario.
  • Autoconozcámonos.
  • Inspirémonos.
  • Hagámonos de buenos mentores.
  • Planifiquemos.
  • Tomemos desafíos.
  • Avancemos, aunque sea con miedo.
  • Aprendamos.
  • Pongámonos metas elegidas por nosotros, pero también disfrutemos el presente y el camino.
  • Aunque sea tímidamente, pero comencemos.