Es muy habitual escuchar que los padres deben ser un ejemplo para sus hijos, y así es. Que se conviertan en el modelo aprendizaje a seguir, en sus referentes y en sus líderes. Pero ¿cómo conseguirlo?
Educar en positivo genera un espacio saludable de relación entre la familia
Durante muchos años, la figura de los padres en la familia ha estado basada en el autoritarismo. La relación con los hijos se basaba en dar órdenes, en la mayoría de los casos sin explicación alguna. Los padres ordenaban y los hijos obedecían.
Este estilo educativo dio un giro importante hace algunos años, puesto que muchos padres vieron que no era la mejor manera de educar. Surgió entonces el estilo permisivo, basado justamente en lo contrario, en dejar la libertad máxima.
Después llegó el estilo democrático, en el que la base es exigir con cariño. Marcar órdenes, normas y límites, pero de manera razonada, dialogada y teniendo en cuenta a los hijos. Es en este estilo educativo familiar donde se percibe la importancia del rol de los padres como líderes de sus hijos.
El liderazgo está basado en la implicación de las personas y en la participación y colaboración en equipo. Es la capacidad de influencia interpersonal junto a la capacidad de guiar, conducir y mostrar el camino a todos los miembros de la familia.
El liderazgo pone el énfasis en los factores emocionales de las personas a las que se lidera y no sólo en los resultados que deba lograr, con independencia del camino que siga para lograrlo. Se centra más en la propia persona. Para ello, se debe apostura por un “Liderazgo Transformacional” (Bernard M. Bass, 1985).
El liderazgo Transformacional
Este estilo marca una serie de requisitos que todo padre y madre debe tener para lograr liderar con éxito una familia y a cada uno de sus hijos:
1. Carisma
Ser capaz de entusiasmar a nuestros hijos, trasmitir confianza y respeto. Ser honesto y mostrar coherencia. Unos de los puntos que producen una desautorización moral es la falta de coherencia. Muchos padres tienden a exigir a sus hijos ciertos comportamientos o conductas que luego ellos mismos no llevan acabo con su ejemplo.
2. Consideración individual
Es muy importante prestar atención personal a cada uno de los hijos de modo individual y personal. Hay que hacerles sentir a cada uno de ellos importantes y siempre valorados.
3. Empatía
Hacer todo lo posible por comprender a cada hijo y ponerse en su lugar antes de juzgar su postura o valorarla.
4. Estimulación intelectual
Un líder positivo debe ser capaz de estimular cognitivamente a las personas que le rodean. No se trata solo de dar órdenes y que ellos obedezcan y las ejecuten, sino que deben implicarse entender lo que le piden y aprender a dar solución a los problemas que puedan surgir.
Esta actitud de participación e implicación por parte de los hijos implicará un mayor cumplimiento de las normas y un mejor comportamiento. Les promueve la corresponsabilidad, muy importante para salir de la individualidad tendente del ser humano.
5. Gestión de emociones
Para el bienestar personal de cada miembro de la familia, es fundamenta contar con un buen clima familiar que genere un estado de bienestar saludable.
6. Inspiración
El líder siempre debe proyectar optimismo y entusiasmo. A pesar de que las circunstancias no siempre sean favorables, se debe contagiar positivismo e ilusión y evitar la desmotivación, a pesar de que existan preocupaciones.
No significa que no sea positivo transmitir la realidad a los hijos cuando existe alguna preocupación o un problema. Es muy importante que sean conscientes de los problemas que puede haber en la vida, pero no es lo mismo mostrarlos con falta de control, debilidad y sin saber cómo afrontarlos que hacerlo con serenidad y transmitiendo seguridad y confianza.
Para los hijos, sus padres son el pilar y si ven que ese pilar se derrumba o se tambalea, les afectará directamente.
7. Implicación
Esta implicación tiene que ser constante y debe de hacerse contagiando ilusión. No solo se debe centrar el esfuerzo en el momento y en el presente sino que es importante tener una visión de futuro y contar con una ilusión por la que luchar.
8. Tolerancia psicológica
La educación de los hijos y la propia vida suponen muchas motivaciones e ilusiones, pero a su vez puede implicar complicaciones, dificultades y baches que hay que saber superar. Estas situaciones pueden suponer un estrés importante, por lo que hay que saber adaptarse y saber gestionarlo.
En ciertas ocasiones, el líder debe ser capaz de utilizar el sentido del humor para resolver conflictos o conducir momentos incómodos. Se debe ser tolerante y condescendiente con los errores. No se puede estar siempre de mal humor, ni con enfrentamientos constantes por los errores que surjan tanto personales como de los demás.
El error hay que tomarlo como algo positivo porque significa que se está intentando e intentarlo implica avanzar. Cuando suceden se debe analizar la causa por la que han sucedido y poner las soluciones pertinentes.
9. Participación
Este aspecto ha dado un giro importante dentro de la familia, puesto que se apostaba por la figura de los padres como los principales protagonistas, pero lograr que los hijos participen y se impliquen para trabajar de manera unida, como un equipo, genera una conexión inexplicable y un sentimiento de pertenencia y de identidad indisoluble.
Teniendo en cuenta todos estos aspectos señalados, un líder o lideresa debe ser capaz de dedicar una atención personalizada a cada miembro del equipo y sacar lo mejor de cada uno de ellos haciéndoles crecer y superarse.