¿Qué beneficios tiene la musicoterapia durante la infancia y adolescencia?

¿Qué es? ¿Cuándo se originó? ¿Por qué puede ayudarnos?

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¿A quién no le gusta la música? Naturalmente solemos asociarla a los buenos momentos y a una sensación reconfortante. La musicoterapia nos permite poner nombre y apellido a las implicancias positivas que tiene este arte sobre las personas, y especialmente sobre nuestros hijos. Presentamos aquí algunos efectos conocidos hasta ahora.

La musicoterapia es utilizada para todas las edades y es una gran opción para tratar diversas problemáticas

En la actualidad podemos encontrar diversas ramas terapéuticas que han conseguido ganarse el respeto académico y popular gracias a sus grandes contribuciones científicas y humanitarias. Enfoques y conceptos de la escuela Gestalt, la programación neurolingüística (PNL), el psicoanálisis o la terapia de aceptación y compromiso (ACT) son cada vez más solicitados y utilizados de forma específica y/o combinada.

La historia de la musicoterapia

Dentro de este gran grupo se encuentra un estilo de terapia que registra datos históricos de sus primeros usos en tiempos egipcios alrededor del 1500 A.C, así como también la encontramos en la biblia como es el caso de David y sus servicios curativos para el rey Saúl.

Por supuesto que estamos hablando puntualmente de la musicoterapia. Este encuentro de dos universos aparentemente opuestos tiene mucho sentido, ya que la música es una de las artes más utilizadas y antiguas, al nacer al mismo tiempo que el desarrollo del habla.

Básicamente este enfoque bajo el monitoreo permanente de profesionales, consiste en utilizar la música de forma consciente y dirigida para restaurar, sanar u optimizar la salud física o mental de las personas. El arte musical tiene propiedades que generan respuestas inmediatas e inconscientes, aunque el impacto es aún mayor cuando se la logra relacionar con recuerdos, significados o sensaciones que las personas desbloquean internamente.

Musicoterapia para todas las edades

Siendo esta una terapia utilizada para todas las edades, sin duda es una gran opción para tratar diversas problemáticas en niños adolescentes y jóvenes adultos. Un ejemplo basado en un hecho real puede verse retratado en la película “La música nunca dejó de sonar” (The music never stopped, 2011).

Se trata de un joven que pierde la capacidad de distinguir el pasado y el presente a causa de un tumor cerebral. Y por esta razón, sus padres deciden recurrir a la musicoterapia, gracias a la cual luego de muchos esfuerzos logra de forma momentánea recomponer su temporalidad.

Entre los varios tipos de impacto que genera la musicoterapia podemos encontrar distintas dimensiones:

A nivel fisiológico

  • Permite un mejor control de las partes del cuerpo involucradas en el proceso fonatorio y por ende en el canto.
  • Favorece la regulación del ritmo respiratorio, así como también la presión sanguínea.
  • Al ritmo de la música, se puede optimizar la coordinación motora, el tono muscular y la amplitud del movimiento.

A nivel cognitivo

  • Se ejercitan las principales funciones cerebrales como la memoria, la orientación, la memoria, el aprendizaje y la imaginación.
  • Continúa el desarrollo de la memoria.
  • Facilita el espacio a la reflexión y la relajación.
  • Agudiza la expresión oral entrenando la articulación, control de la voz, vocalizaciones, etc.
  • El sistema musical propone un sentido del orden y análisis significativo.

A nivel emocional

Desde el nacimiento, la música es bienvenida por los oídos y el cuerpo del bebé y genera estímulos inmediatos que se relacionan directamente con la alegría y el gozo. Siendo que el cuerpo se ve entretenido ante la música, el ritmo permite entrenar movimientos que se quieran reaprender o mejorar.

Está científicamente comprobado que los niños logran incorporar más conocimiento si la música está implicada en algún momento del proceso. En cuanto a la introspección o la extroversión, la música opera como facilitadora en función de lo que se busque trabajar, ya que cuenta con muchos grados de intensidad en términos de ritmos, velocidades, volúmenes, tonalidades, y armonías.

La música estimula y por lo tanto atraviesa la amígdala, responsable directa de las emociones, por lo que su impacto final no conoce límites. La musicoterapia no suele recibirse de forma invasiva, ya que por el contrario motiva a quienes la practican a encontrar comodidad dentro de la propia dinámica.

Joaquín Sombielle

Licenciado en Psicología

Docente de piano y lenguaje musical