Muchos niños necesitan ayuda psicoterapéutica para lidiar con sus emociones y realidades. Hoy en día, esto no necesariamente implica algo ni raro ni grave. En este artículo te ofrecemos algunos consejos para acompañarlos como familia y desde casa en su terapia.
La terapia hoy se ubica en un lugar habitual dentro de nuestro sistema social
Quizás en otros tiempos, la terapia estaba considerada exclusivamente para personas con patologías específicas o con “grandes problemas” a resolver. Hoy se ubica en un lugar habitual dentro de nuestro sistema social. Es probable que la mayoría de los que hemos asistido a una sesión terapéutica alguna vez sepamos que, en realidad, casi todo el mundo puede necesitar terapia. Incluso los niños y niñas.
¿Por qué un niño necesitaría asistir a sesiones terapéuticas?
Como los adultos, los niños también pueden llegar a experimentar un trauma en sus cortas vidas. También sienten emociones complejas, como estrés, angustia, enojo. Además, debemos ser conscientes de que pueden estar atravesando dificultades en la escuela, problemas familiares, duelos, acoso o problemas de salud. También pueden sufrir depresión, ansiedad, TOC, entre otros.
Los niños pueden atravesar esto y mucho más, y pueden también necesitar ayuda para resolver, aprender a lidiar y controlar sus emociones.
La psicoterapia infantil (en realidad, la terapia en general) está lejos de ser una ida al doctor que atiende problemas “mentales” muy específicos. Hoy por hoy, constituye una herramienta de gran valor, conformada por excelentes profesionales dispuestos a ayudar. No hace falta estar “enfermo” para necesitar ayuda.
La importancia de la terapia
En terapia, los niños suelen interactuar hablando y realizando actividades. En el caso de niños más chiquitos, la terapia puede consistir en dibujar, jugar y hablar. Con niños más grandes y adolescentes, los terapeutas suelen compartir actividades y conversaciones centradas en aprender las habilidades que necesitan sus pacientes.
Charlan sobre sentimientos y resuelven problemas. La terapia apunta a trabajar sobre sentimientos negativos y a construir sentimientos positivos Es por esto que los terapeutas ayudan a los niños a creer en sí mismos y a encontrar sus puntos de fortaleza.
Dependiendo de la edad del niño o niña, el terapeuta puede optar por reunirse a solas con ellos, o incluir a sus padres y/o madres en el proceso, ya sea de a momentos o de forma constante.
Sin importar las razones por las cuales nuestros hijos hayan comenzado un proceso terapéutico, nuestro acompañamiento como familia resulta muy importante para ellos, en cualquiera de los casos.
¿Cómo acompañamos a nuestros hijos en sus procesos terapéuticos?
Podemos tomar acción desde casa para acompañar a nuestros hijos en este proceso y ayudar a sacar el mayor partido posible de su terapia. Y, porque no, sacarle provecho como familia.
Existen muchísimas posibilidades y opciones dentro del mundo de la psicología. Corrientes más humanistas, más cognitivas, terapia familiar, con animales, y hasta con realidad virtual.
Y, a su vez, dentro de ellas existen numerosas técnicas de procedimiento según el caso. Es por eso que encontrar a un terapeuta con quien tanto nosotros como nuestros hijos nos sintamos cómodos resulta muy importante. Tanto a nivel personal como profesional, y ajustado a las necesidades y estilo de nuestros niños.
Estos son algunos consejos para acompañarlos desde casa:
- Dado que los procesos psicoterapéuticos requieren justamente eso, un proceso, es vital que asistamos con regularidad a las sesiones, sin dejar baches de tiempo demasiado alargados. Comprometernos es vital.
- Pedirle consejos al terapeuta. Esta es una gran opción para aprender a resolver o acompañar situaciones que se disparan en la intimidad del hogar. Nosotros también necesitamos ayuda para ayudar.
- Pasar tiempo con nuestros hijos en casa, realizando actividades lúdicas o no, es beneficioso para ellos de manera integral. Poder ser afectuosos, con besos, abrazos y elogios ayudará a nuestros niños a seguir construyendo confianza, apoyo y aceptación durante este proceso. Seamos intencionales y procuremos que nuestros hijos se sientan y sepan amados por nosotros.
- Cuidar nuestras palabras es muy importante. Cuidar la etiqueta que tendemos a poner a las emociones, como “buenas” o “malas”, revisar cómo corregimos a nuestros hijos, ser afectuosos verbalmente, reconocer los logros y cambios positivos, y demás actitudes, pueden llegar muy lejos.
- Seamos cautos a la hora de “preguntar” por la terapia. Dependiendo de la edad de nuestros hijos, podemos adecuar nuestro acercamiento al tema. Recibir guía del terapeuta en este tópico también es recomendable. Preguntar mucho y atosigar, o hacer de cuenta que nada pasa, resultan extremos que pueden terminar siendo contraproducentes para ellos y para nuestra relación con ellos.
La terapia no los hace menos capaces
Es importante recordar que nuestros hijos pueden necesitar ayuda emocional y eso no significa que sean distintos a los otros. Pueden precisar acompañamientos especiales, pero no los hace menos capaces dentro de sus posibilidades.
Pensar las realidades de nuestros hijos en términos de “normalidad” o “anormalidad” puede ir en detrimento del proceso psicoterapéutico de nuestros hijos. Pero no solo eso: puede afectar la manera en la que los niños se ven a sí mismos y ven el mundo. Y puede robarnos alegría o disfrute como padres y madres. Disfrutemos de nuestros hijos por quienes son, cómo están, y en el momento que están atravesando ahora mismo.