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Cómo confeccionar la agenda anual con inteligencia

Consejos para no agarrarnos la cabeza a mitad de año

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Para la mayoría de nosotros, la época de verano representa una ventana de tiempo en la que se suelen tomar varias decisiones logísticas que determinarán la agenda del año que está por delante.

La planificación del año renueva las fuerzas para encarar lo que viene

Esto puede tener que ver con motivos que nos exceden, como con preferencias personales: a algunos les es funcional tener la agenda anual lo más definida posible con anticipación, mientras a que a otros los afectan razones externas como que días cursar materias, que día hacer tal curso, qué tiempo destinar a determinada actividad, que horario laboral elegir (si se puede), en qué franja horaria van a ir al colegio los chicos, entre otras.

La realidad suele ser que enero agarra a muchos con las energías y expectativas altas, y la planificación del año no se queda atrás: esta suerte de oportunidad candelaria renueva las fuerzas para encarar lo que viene con más creatividad, ganas, innovación o desafío.

El balance correcto

Ahora, ¿Cuál es el balance “correcto” entre esas ganas iniciales y las ganas del futuro, en julio o agosto?

Demás está decir que cada persona es un mundo y si bien podemos trazar generalización, hay gente que sostiene lo elegido en enero sin agobiarse tanto (quienquiera que seas, te admiro) mientras que otros queremos dar de baja hasta la mismísima suscripción de Netflix cuando llega mayo. Pero en líneas generales, resulta más eficiente planear teniendo en cuenta el desgaste natural que ocurre durante el año. No es posible hacer futurismo, pero si tener cierto grado de precaución o mejor aún, de autoconocimiento, como para verse venir a uno mismo.

Así que, si bien no existen reglas escritas en piedra, algunos consejos quizás puedan ayudarnos a armar este circuito de relojería llamado “año” lo más eficientemente posible.

Cómo planificar la agenda de 2023

Plantéate qué quieres hacer

Plantearnos qué queremos del año en sus inicios, hacernos las preguntas correctas y decidir para qué lado vamos a “tomar el año” ayuda a diseñarlo, y mucho. Si tu objetivo está puesto en la parentalidad, toma decisiones que te acerquen a pasar más tiempo con tus hijos y a disfrutarlo. Si tu meta es profesional, arma el año de manera que no tengas obstáculos para lograr crecimiento laboral. Las preguntas son clave.

Anota tus plantes

Sí, más básico no se pone. Pero la realidad es que las cosas llevas al papel resultan más claras, gráficas, y tienen el hermoso plus de que dejan de ocupar espacio mental para ocupar espacio en una hoja. Ya sea a mano, con agenda, con anotador, de forma digital, calendario en mano, lo que prefieras, pero anotar. En forma de red, de cuadro semanal o de lista “to do” son de las maneras más gráficas para poder visualizar el armado de los días y horarios.

Cuando no pautas, no haces

Para muchos cuentos, para muchas reglas. Pero lo real es que ciertas cosas las procrastinamos porque no le damos un lugar en el día, sino el tiempo que nos sobra. La más destacada en esta categoría suele ser el tiempo personal: le damos lo que nos sobra, si es que sobra.

Pautar en la agenda diaria en qué horario del día voy a parar para hacer lo que sea que quiera puede sonar extremo, pero para aquellos que nos cuesta destinar ese tiempo, resulta muy efectivo. Lo mismo ocurre con el trabajo freelance o desde casa: pautar un horario y respetarlo, agendarlo, resulta más eficiente y ordenado que trabajar cuando se pueda, como se pueda.

Los planes, poco a poco

No subirnos a empresas desafiantes miles, sino ir de a poco. Quizás a principio de año sabemos que vamos a tener posiblemente un año desafiante desde lo estudiantil, laboral, parental o desde algún área. Si es así, poder balancear el resto de las actividades es sinónimo de sabiduría.

Y, si queremos emprender algún desafío puntual, lo mismo: el resto de las actividades tendrían que compensar no sumar aún más desafíos. Mucho desafío junto es posible, pero no siempre saludable. Un consejo práctico es escalonar los procesos: si ya tengo la agenda copada con el trabajo, pero quiero estudiar, hacer deporte o un curso, esperar un poco para definirlo entrado el año suele ser más inteligente que pautar mil cosas desde el principio para luego quizás no poder sostenerlas.

Repasa tu agenda

Si estamos haciendo el calendario y vemos que en la semana no queda hueco, está para repensar. No solo por motivos logísticos, personales y sociales, sino también porque durante el año pueden y van a ocurrir imprevistos. Los que sean, chicos o grandes, pero van a ocurrir. Con nosotros o con otros. Y no necesariamente de tono negativo. Pero cuando surjan, si no tenemos ni un espacio ni hueco en esa apretada agenda, la crisis será inevitable.

Si hay cosas en las que quieres anotarte, pero no estás seguro, mientras no te demande dinero o sobreesfuerzos, anótate y después ves que haces. Quizás una anotación temprana puede dejarte tranquilo de tener un lugar asegurado en alguna actividad, mientras resuelves si la vas a llevar a cabo o no. Mientras la actividad lo permita y avisemos de nuestra baja para darle lugar a otros, es una estrategia posible.

Tiempo de calidad

El tiempo de calidad personal y social no se negocian. Este punto se autoexplica y no, no hay remate alguno. En forma de ocio, actividades recreativas, deportes, cursos, actividades con amigos, juntadas, lo que desees, pero es un componente infalible para la mantención de salud emocional y mental de toda persona, y para la riqueza de la vida de cualquiera. Déjate ese tiempo y a mitad de año vas a encontrarte agradeciendo a tú yo del pasado por tenerlo.