Un buen entorno familiar depende en gran medida del cariño que se tenga la pareja. Ese amor entre el padre y la madre produce seguridad en los hijos y crea un ambiente que genera confianza. La forma en que nos queremos tiene un impacto muy grande en los niños.
A amar se aprende, esto quiere decir que alguien nos lo tiene que enseñar.
El ambiente familiar educativo lo conformamos desde un aspecto físico, afectivo, intelectual, libre con el cuidado de la realidad más cercana y las relaciones entre la familia.
El ambiente físico
- Lo establecemos con el orden material, sin perder de vista que las personas estamos por delante, no llevándolo a un extremo que se convierta en un cuartel.
- Se trata de que entre todos podamos llevarlo a cabo, cada uno siendo responsable de sus cosas y sin perder de vista en qué se puede colaborar en las zonas comunes.
- Desde pequeños deben asumir responsabilidades e ir aumentándolas a mediada que van creciendo.
- Los horarios ayudan a tener orden y nuestros hijos lo agradecen porque saben “la ruta” de su casa, lo que les permite adquirir confianza para participar.
El ambiente afectivo
- Lo podemos trabajar dando paz y serenidad y evitando los gritos.
- Los padres debemos poner nombre a nuestros diferentes estados afectivos.
- Nuestros hijos deben conocer y saber por qué estamos tristes, preocupados o alegres.
- No es bueno que les ocultemos el dolor porque ellos también lo sentirán en algún momento de sus vidas, y qué mejor ambiente para aprender a gestionarlo que en el entorno familiar.
- Respetar el tiempo de reacción de cada uno les ayuda a recuperar y conocerse mejor para poder actuar en situaciones fuera de su entorno.
El ambiente intelectual
- Lo fomentamos a través de la lectura y la oportunidad de tener libros de los que puedan disponer.
- Intentar comer en familia en la medida que se pueda, momento donde se puede hablar y escuchar a cada miembro de la familia dejando fuera de “la mesa” los móviles o la televisión.
- Aprendemos a respetar las opiniones de todos y si hay alguna “opinión peregrina” es una oportunidad para ofrecer otras posibilidades.
El ambiente de libertad
- Se adquiere con el entrenamiento de la libertad que va aumentando conforme nuestros hijos van teniendo mayor madurez y responsabilidad.
- Es gradual, por eso comenzamos con las rutinas en las edades más pequeñas, continuamos con los hábitos para adquirir las virtudes y valores a lo largo de nuestra vida.
El ambiente sostenible
- El cuidado y respeto del medioambiente lo podemos llevar a cabo con la conciencia de ahorrar agua y energía, reciclar, establecer tiempo para la tecnología o cuidando el mobiliario y espacios públicos.
El ambiente de respeto
- El cuidado de las relaciones familiares lo adquirimos a través del respeto a la intimidad personal.
- Enseñándoles a distinguir entre familiares, conocidos, amigos y extraños.
- No juzgar ya que, si lo hacemos, no tenemos tiempo para amar, para comprender o para querer. Esto nos ayuda a estar disponibles a los demás.
- No podemos dejar de hacer referencia al sentido del humor y alegría para amar más y mejor.
Todo ello nos permitirá estar abiertos a los demás, aunque estemos cansados para poner el acento en las personas y no en el confort. Creceremos felices con nuestros hijos, permitiendo que los demás vean nuestro esfuerzo, nuestras limitaciones y nuestra alegría.