¡Cuánto sufren los padres cuando comienzan a escuchar frases como: “nadie quiere jugar conmigo”, “mis amigos no me quieren”! ¿Deben las familias interceder ante estas situaciones? ¿Cómo deben actuar para ayudar a sus hijos?
No es bueno controlar todo lo que sucede a los hijos
Durante los 3 y 5 años los niños comienzan a desarrollar sus primeras relaciones sociales. En esta etapa empiezan a experimentar las respuestas de sus iguales y a sentir los primeros rechazos a aceptaciones.
Cuando tienen 2 años interactúan entre ellos dentro del juego, como seres sociales que son. Este tipo de relación no se puede considerar amistad, como tal, puesto que es más un intercambio de acciones y disfrute. No es un sentimiento sincero de vinculación afectiva.
No obstante, los niños ya comienzan a hablar de sus amigos, aunque no sea una amistad propiamente dicha. Muchas veces, lo utilizan porque los propios adultos (padres, educadores…) lo emplean y se lo trasladan a ellos o también por sus hermanos mayores.
Conforme va avanzando el ciclo de infantil, comienzan a experimentar las emociones asociadas a la amistad:
- Sienten más afinidad con un tipo de niños que con otros.
- Tienden a estar más tiempo con un grupo determinado.
- Hablan de los mismos niños constantemente.
- Comienzan a tener sentimientos de rechazo a decir frases como: “no quieren jugar conmigo”, “me dejan solo” …
¿Cómo deben actuar los padres ante estas situaciones de rechazo?
En estos momentos surgen sentimientos de rechazo en una etapa madurativamente débil y que supone una intervención por parte del adulto para ayudar a la gestión adecuada de estos sentimientos.
Esta intervención no debe consistir en hablar con la otra familia para que el niño no se sienta rechazado. No es bueno controlar todo lo que sucede a los hijos, ni hay que buscar evitar lo que sientan, sino que los padres deben estar a su lado siempre facilitando:
1. Expresión de los sentimientos
Hay que favorecer un clima de confianza y cercanía con los hijos para que puedan expresar lo que sienten y lo que les ha sucedido.
2. No juzgar sus sentimientos
Los padres, en muchas ocasiones, tratan de restar valor a lo que los niños sienten para que ellos no sufran y porque cuentan con sus experiencias de vida previas.
Pero los niños necesitan vivir lo que les está sucediendo para poder aprender y madurar con sus propias experiencias.
3. Dar seguridad y hacerles sentir que se está a su lado
Una vez que cuentan lo que les ha sucedido, se deben sentir muy seguros con el amor y cariño de los padres para que tengan fuerza para enfrentarse a los diferentes y posibles conflictos que puedan tener.
4. Proporcionarles estrategias y sugerirles ideas de cómo pueden resolver el conflicto o la situación
Sólo hay que dar ideas de cómo hacerlo, nunca sustituirles ni solucionarlo por ellos, porque si no, no aprenderán.
5. Evitar hablar con la otra familia para interceder
Los conflictos entre los niños deben solucionarse entre niños. El adulto debe estar presente y al lado de cada uno de sus hijos, pero nada más. El comenzar a interactuar con otros adultos puede dar lugar a grandes conflictos también entre los adultos.