Consejos para combatir el apetito emocional

Nuestros hijos imitarán nuestra relación con los alimentos

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Te invitamos a reflexionar e identificar tu relación con la alimentación. Es una invitación a pensar cómo es tu conducta alimentaría personal, en tu entorno familiar y en tu lugar de trabajo o estudio ¿Te animas?

El estrés prolongado genera cambios estructurales y funcionales en las neuronas

Hemos tenido grandes avances en tecnología alimentaria. Gran variedad de alimentos, muchos industrializados, otros semi-industrializados, otros naturales. Parecería que existe la opción de saber qué elegir, en cuanto a costo-beneficio, pero la verdad es que la OBESIDAD, continúa en ascenso.

Si quieres elegir alimentos con bajo aporte de carbohidratos azúcares, grasas saturadas y trans tienes la opción. Hay mucha gente que consume alimentos light, no utiliza azúcar, utiliza edulcorante. Sin embargo, continúan con sobrepeso u obesidad.

Qué otros factores condicionan y contribuyen a la ganancia de peso corporal:

  • Los aspectos psicológicos y comportamentales juegan un papel decisivo en la producción y mantenimiento de la obesidad. Es enorme la jerarquía de las emociones y el estrés como determinantes del hambre emocional.
  • En las personas obesas se encuentran también algunos rasgos de depresión, ansiedad, y algunos rasgos de personalidad como impulsividad, trastornos de la conducta alimentaría y distorsión de la imagen corporal.
  • Las personas obesas viven un una sociedad obeso-fóbica. Esto agrega una carga emocional y trae consecuencias a la autoestima y, por consecuente, una alteración de sus reacciones interpersonales.
  • Muchas veces estas personas cursan un dietismo crónico, es decir la realización de innumerables dietas, a corto plazo, que no logran sostener en el tiempo. Consiguen un descenso de peso por un tiempo, y más tarde aumentan más kilos, en un contexto emocional de más ansiedad, depresión, irritabilidad, y nerviosismo.

Las emociones son, sin lugar a duda, una respuesta de adaptación al medio. Son impulsos que implican reacciones automáticas. Son una parte muy importante de la vida.

Nos informan de cosas que ocurren en el entorno. Estas, además, pueden actuar como disparadores de ingesta emocional. Es decir, comer sin apetito, lo cual lleva a la ganancia de peso y obesidad.

En un estudio realizado en Argentina acerca de hábitos alimentarios, las mujeres entrevistadas manifestaron que tienden a comer por las siguientes emociones (ordenadas de mayor a menor):

  1. Ansiedad.
  2. Tristeza.
  3. Enojo.
  4. Cansancio.

Vemos, entonces, que el obeso no está obeso solo por satisfacer su hambre fisiológica. Es decir, con hambre real, sino que también come para calmar sus emociones.

El tratamiento de la obesidad necesita un abordaje integral, multidisciplinario:

  • Médico.
  • Nutricionista.
  • Psicólogo.
  • Entrenador de actividad física.

El equipo multidisciplinario brindará un enfoque integral, incentivando al cambio en el estilo de vida, mejorando su alimentación, impulsando a la actividad física, mediante el movimiento y brindando herramientas para el manejo de las emociones creando nuevos patrones de comportamiento.

No solo pensando en la balanza, en términos numéricos, sino, en el bienestar del individuo, y que pueda sostener en el tiempo los cambios logrados.

El estrés y sus consecuencias: ¿comemos más si estamos estresados?

Cuando un individuo se encuentra estresado, se generan en el organismo respuestas adaptativas, que muchas veces presentan efectos adversos a la salud.

Existe una relación dinámica entre el individuo y su entorno. El estrés puede definirse como una relación entre las reacciones cognitivas-emocionales, fisiológicas y de conducta de un individuo frente a una situación que lo demanda, o amenaza.

El estrés prolongado genera cambios estructurales y funcionales en las neuronas. Una de ellas es la atrofia del hipocampo y la corteza prefrontal involucrados en la memoria, la atención selectiva y las funciones ejecutivas. Así como también la hipertrofia en la amígdala involucrada en el miedo, la ansiedad y a agresividad.

El estrés puede conducir a cambios en los hábitos alimentarios generando cambios en el peso. Las comidas confort (“Confort food”), carbograsas saladas o dulces, disminuyen la respuesta al estrés a través de mecanismos de condicionamiento operante.

Ahora entendemos que, en un medio estresante, o si la persona cursa una situación de estrés, sea por la causa que sea, estará expuesto al aumento de peso, y comerá de forma emocional para calmar esa emoción.

Es necesario estar atentos para no cronificar el estrés en ti mismo. Estar atentos a si después de almorzar, y a los 20 minutos sientes hambre con la siguiente necesidad de seguir ingiriendo alimentos.

Este hábito es muy frecuente en la sociedad actual. Sucede tanto en niños como adultos. Por eso, te invito a reflexionar sobre cómo te encuentras en relación a tu conducta alimentaria. Si comes sin hambre, o si comes impulsivamente, sería recomendable que busques la causa y ayuda profesional, porque no es hambre real.

Sería, de hecho, muy recomendable encontrar la causa de esas emociones que despiertan tu apetito emocional y evitar, así, la ganancia de peso por esta causa.

María Agustina Palacios

Nutricionista / Uruguay

- Especializada en Obesidad. Universidad Católica del Uruguay - Especializada en Diabetes. Escuela de Posgrado Facultad de Medicina. Universidad de la Republica Oriental del Uruguay. - Cursando Maestría en Nutrición Humana, en Universidad de La Plata. Argentina.