Se dice que que no hay salud sin salud mental. Pero tampoco podemos considerar que existe salud mental sin salud física, por ejemplo. Esto puede llevarnos a meditar en un concepto obvio, pero muchas veces olvidado: somos seres integrales.
La salud mental siempre ha sido parte fundamental de la salud del ser humano
Entendemos la salud mental como una condición mental que nos permite desarrollar habilidades, aprender, socializar, ser funcionales, afrontar la vida y sus diferentes momentos.
Se trata de mucho más que de la ausencia de patologías mentales y constituye parte crucial del bienestar holístico de cualquier persona y de cualquier sociedad, cuyo desarrollo precisa del bienestar mental de sus integrantes.
Nuestra salud mental puede verse afectada por diversos factores de vulnerabilidad individuales, sociales o estructurales que nos atraviesan a lo largo de nuestra vida. Hablamos de factores psicológicos, biológicos, de personalidad, internos, externos, contextos desfavorables, crianza o trauma, entre otros.
Un antiguo ‘estigma’
Si bien la salud mental siempre ha sido parte fundamental de la salud del ser humano, no siempre se le dio el lugar e interés que recibe desde hace tiempo. Una vez más, esto no reside necesariamente en la idea de una sociedad pasada más “sana” mentalmente, sino más bien en el mito y estigma que acompañaron al tratamiento del área mental por mucho tiempo.
Hoy hay más estudios hechos, misterios descubiertos, terapias naturalizadas y pedidos de ayuda evidentes, sí. Y lo agradecemos. No porque sea “cada vez más importante”… Si no porque entendemos como humanidad y sociedad que debe y debería de ser cada vez más importante, si es que queremos alcanzar y mantener el bienestar general de las personas.
Si bien entendemos que no necesariamente los tiempos pasados han sido mejores para todos, la realidad es que hoy, y con una pandemia mundial de por medio (que no es poca cosa), la salud mental se ha visto globalmente afectada. Un estudio reciente reveló que la pandemia produjo notables cambios en la personalidad de los jóvenes de 30 años para abajo, quienes se sienten más proclives al estrés y el malhumor, menos cooperativos, confiados y responsables. Se ha llegado a la conclusión de que estos cambios, probablemente y por diversas razones, hubieran ocurrido naturalmente en aproximadamente 10 años.
Atención por parte de la OMS
Ya para el año 2020, alrededor de 1 de cada 5 niños y adolescentes eran diagnosticados con algún trastorno mental, las personas con trastornos mentales graves morían de 10 a 20 años más que el resto de la población y una persona se suicidaba en el mundo cada 40 segundos aproximadamente. Pero, según la OMS, la depresión y ansiedad aumentaron más de un 25% en tan solo el primer año de la pandemia.
Con estas escandalosas cifras y todo, el presupuesto mundial destinado a la promoción y tratamiento de la salud mental continúa siendo escaso, haciendo que muchas organizaciones se encuentren en movimiento en pos de empujar los números y darle a la salud mental la importancia que requiere.
Con motivo de este 10 de octubre, día mundial de la salud mental, no queremos dejar de recordar que la salud mental no se trata de padecer un trastorno específico, sino de una perspectiva holística. La salud mental es un derecho y posee un valor importantísimo, siendo necesaria como parte de nuestro bienestar integral. Favorece la salud corporal, nos permite mantener relaciones saludables, ser productivos y funcionales, y manejar aquello que la vida diaria quiera arrojarnos en el camino.
No descuides tu salud mental ni la de tu familia, no es asunto menor. Busquemos ayuda si la necesitas o si alguien de nuestro entorno la precisa. Cuidar el bienestar mental y, por lo tanto, integral, es una inversión a corto, mediano y largo plazo. Escuchemos, estemos atentos y actuemos. Profundicemos en el valor y compromiso que atribuimos a la salud mental.