En muchas partes del mundo se desperdicia comida y en otras se pasa hambre. ¿Cómo es posible esta dicotomía en pleno siglo XXI? Hoy queremos reflexiona sobre la alimentación, una necesidad que nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida y que, en ocasiones, descuidamos.
Casi el 10 % de la población mundial pasa hambre todos los días.
El mundo cursa una epidemia silenciosa: el sobrepeso y la obesidad, una enfermedad asociada a una inadecuada alimentación rica en calorías, carbohidratos, grasas saturadas y grasas trans.
Según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la obesidad ha alcanzado proporciones epidémicas a nivel mundial.
Se estima que desde 1975, esta enfermedad se ha triplicado tanto que en 2016 incrementó a 1.900 millones de adultos y 340 millones de niños y adolescentes.
El problema de la desnutrición
- Tenemos un grave problema de desnutrición por falta de acceso a los alimentos. El número de personas afectadas por el hambre a nivel mundial ha aumentado desde 2014: casi el 10 % de la población mundial pasa hambre todos los días.
- En el siglo XXI, con sociedades avanzadas cuantitativa y cualitativamente, miles de personas padecen hambre.
- Según el Informe sobre el Estado de la Seguridad Alimentaria y Nutrición en el Mundo en 2020 publicado por la FAO, en junio de 2020, las cifras eran muy desalentadoras: cerca de 690 millones de personas pasan hambre.
- Todos los días se desperdician grandes cantidades de alimentos, ya sea porque se estropean durante la producción o el transporte o porque los hogares, minoristas o restaurantes, los arrojan a los contenedores de basura.
- El despilfarro de alimentos también significa un inadecuado uso de otros. Hasta el 10% de las emisiones mundiales de los gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que no se consumen.
- El desperdicio de alimentos está llenando los vertederos del mundo, donde se descomponen y generan metano, un gas de efecto invernadero que es más dañino que el CO2.
- En los países en desarrollo existe la necesidad de mejorar el almacenamiento y las infraestructuras para evitar la pérdida de alimentos, así como el acceso a tecnologías que puedan igualar la oferta y la demanda agroalimentarias.
¿Son más caras las dietas saludables?
- Los alimentos buenos, inocuos y nutritivos deberían ser asequibles, pero a menudo, no es así.
- Los alimentos saludables, como las frutas y verduras frescas, conllevan mayores riesgos de producción que los alimentos básicos, como el trigo, el arroz o el maíz.
- También son más difíciles de transportar, especialmente si las condiciones de las carreteras y de almacenamiento no son buenas y suponen mayores costes para los consumidores.
- Los aranceles y las subvenciones pueden hacer que sea más rentable cultivar alimentos básicos en lugar de productos frescos.
- Por otro lado, las fuentes saludables de proteínas, como las legumbres, son generalmente más asequibles que la carne o los productos lácteos.
Y nosotros ¿qué podemos hacer ?
- Elegir alimentos nutritivos en su estado natural, o lo más natural posible, en vez de alimentos altamente procesados.
- Conmemoramos en 2021 el Año Internacional de las Frutas y Verduras, que nos recuerda comer más productos frescos y aprender sobre las variedades autóctonas.
- Añadir proteínas de origen vegetal como nueces y legumbres a nuestra dieta.
- Planificar y organizar nuestras compras y la preparación de alimentos para evitar el deterioro y desperdicio de alimentos.
- Defender las dietas saludables y sostenibles.
- Contagiar a nuestra comunidad y asegurarnos de que haya alimentos saludables disponibles en las escuelas, centros de asistencia y otros lugares públicos.