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4 habilidades ejecutivas esenciales para estimular en la infancia

Estrategias adecuadas al lenguaje infantil

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Aunque niños y niñas pueden aprender todo tipo de habilidades durante su crecimiento, algunas de estas pueden repercutir sensiblemente en su futuro como adultos. Con el objetivo de poder trabajarlas en el hogar, proponemos actividades, ideas y disparadores para poder explotarlas al máximo.

En un mundo cada vez más sincronizado, inculcar estos hábitos se ha vuelto indispensable

Ya sabemos que el periodo de la niñez se caracteriza por una alta capacidad para incorporar y memorizar aprendizajes y experiencias. Y justamente por eso es que como familias podemos al menos preguntarnos qué tipo de destrezas resulta conveniente estimular desde una temprana edad.

La interrogante se vuelve aún más relevante cuando descubrimos que la intensidad y frecuencia con la que los niños utilizan y desarrollan ciertas habilidades puede ser determinante para su futuro como adultos, especialmente desde el punto de vista laboral.

Según algunas encuestas realizadas por empresas y espacios de trabajo, actualmente se valoran y priorizan mucho más las capacidades relacionadas a las funciones ejecutivas por encima de las habilidades técnicas o incluso académicas. Por lo tanto, podríamos y deberíamos ayudar a nuestra familia a fortalecer este tipo de habilidades lo más pronto posible.

Pero teniendo en cuenta esta información, ¿existe una manera correcta de abordar estas habilidades? ¿Cuáles podemos encontrar?

Pensamiento crítico

La mecánica de incorporar nuevos conocimientos para luego decidir qué hacer con ellos ocupa un papel importantísimo en la práctica de la vida adulta. Más aún, en un mundo donde las nuevas corrientes y conceptos se presentan en oleadas cada vez más grandes y frecuentes.

Para lograr adecuarlo al lenguaje infantil de nuestros hijos, podemos explorar la posibilidad de proponerles actividades ligadas al juego (ya existentes o no). Establecer situaciones donde deban tomar decisiones, incluso si son simples, o tal vez jugar a construir historias donde ellos decidan cómo continúa, pueden ser puntapiés que favorecen un pensamiento crítico.

Trabajo en equipo

Sin duda una de las más importantes. En un mundo cada vez más sincronizado y predispuesto a aceptar el valor del trabajo en conjunto, inculcar estos hábitos desde temprano se ha vuelto indispensable para el crecimiento de los hijos.

Nuevamente, el juego será nuestro principal aliado para lograrlo, ya sea proponiéndoles juegos o deportes que requieran trabajo en equipo (hockey, fútbol, rompecabezas, armar torres con piezas, etc.) o bien organizando una cita de juegos con amigos de la escuela o incluso con la familia.

Adaptabilidad

Definitivamente, una de las habilidades que mejor desarrolla la creatividad y la capacidad de respuesta. Y más aún en la realidad actual, plagada de cambios incesantes que no dan respiro ni a nosotros los adultos. Una buena estrategia para trabajarla es explotar ese disfrute que tienen los niños por jugar a “pretender” ser algo o alguien.

¿Por qué no jugar a que el palo de amasar se ha vuelto una antorcha? ¿O a que el papel higiénico es un telescopio? Tan solo ayudándolos con algunas ideas y disparadores, logramos que no solo aprendan a pensar desde lo literal y visual, sino simbólicamente, dando lugar al pensamiento “fuera de la caja”. Este mismo juego de pretender trabaja con las experiencias vividas individuales, por lo que, si se extiende a una actividad grupal, los niños se ven obligados a observar las reacciones y respuestas de otros para continuar con el rol y, de ser necesario, realizar ajustes o modificaciones.

Autocontrol

La capacidad de poder gestionar o canalizar sanamente ciertas emociones y deseos que afectan el comportamiento cobra vital importancia para el desarrollo futuro, especialmente en el periodo hasta los 5 años de edad. Una de las herramientas más útiles para lograrlo consiste en proponer actividades con reglas, bases, pasos y/o condiciones.

Algunos ejemplos: Jugar juegos de mesa o de ingenio, preparar una receta gastronómica con una serie de pasos, jugar a bailar hasta que la música pare y luego quedarse “congelados”. Estas actividades obligarán a los niños a desafiar sus capacidades de concentración en las tareas, manejo de emociones y también la paciencia.