Cuando tu hijo expresa una idea en desacuerdo con otro… ¿Surge un conflicto? ¿No respeta el turno de palabra y quiere ser escuchado el primero? Tener criterio propio, saber argumentar las ideas y defenderlas verbalmente es algo que los niños deben aprender desde pequeños.
Las ideas que cada grupo o persona exprese deben estar muy argumentadas.
Los ritmos actuales a los que la mayoría de las familias se ven expuestas para sacar adelante sus obligaciones y responsabilidades hacen que apenas se dedique tiempo real y de calidad para hablar y comunicarse.
Se tratan los temas conforme van sucediendo, pero sin dedicar tiempo ni profundidad, porque apenas se dispone de él. Y, en muchas ocasiones, ni se llegan a tratar. Solo suceden y ya está.
Cuando no se dedica tiempo a hablar y comunicar surgen conflictos ocasionados por un malentendido o por falta de información.
Y estos conflictos se agravan, pasando a discusiones más fuertes, por faltas de estrategias de comunicación.
Por esto es importante crear el hábito de hablar en familia y tratar temas de interés personal, familiar y social.
Uno de los modos en los que se puede enseñar a los hijos a hablar y crear buenas líneas de comunicación es por medio del debate.
El debate permite:
- Aprender a expresar las ideas con libertad y criterio.
- Saber respetar la opinión de los demás.
- Ser tolerante.
- Trabajar la paciencia.
- Desarrollar la empatía con los otros.
¿Cómo podemos llevar a cabo un debate?
1. Plantearlo como un juego o actividad familiar:
El objetivo es que motivante para los hijos. Para ello es importante el tema a elegir. Debe ser de interés para todos los miembros de la familia, además de dispone de información previa para poder hablar con conocimiento.
2. Realizar grupos
Es más divertido hacerlos en grupos para sentirse apoyados. Sobre todo, cuando son pequeños de cara a poder ayudarles a generar ideas. Es interesante que sean grupos heterogéneos en los que combinar padres con niños y niños mayores con más pequeños.
3. Elegir un moderador
Se recomienda que sea un adulto para que dirija el debate, dando importancia a los turnos de palabra, puesto que siempre hay personas tendentes a monopolizar las conversaciones y pueden eclipsar a otros con ideas muy buenas.
4. Dedicar tiempo a una reflexión previa
Esta una de las ventajas de la actividad. Enseña a pensar antes de hablar y no actuar de modo tan impulsivo como están acostumbrados los niños.
5. Fomentar la argumentación de las ideas
Las ideas que cada grupo o persona exprese deben estar muy argumentadas. Esta será la clave para que realmente el debate sea interesante y aprendan a explicar y justificar sus posturas.
6. Gestionar el conflicto o las emociones
Enfado, frustración, impotencia… Cuando se establece una conversación o debate no siempre se está de acuerdo en lo que el otro o los otros dicen. Esto puede generar tensiones o conflictos que hay que saber gestionar.
En este caso, el moderador puede calmar a las personas, pedirles un tiempo para salir del debate hasta tranquilizarse y volver cuando hayan logrado gestionar la tensión o la emoción.
Esta parte es muy importante porque en la mayoría de las ocasiones en las que hay diferencias se pierde el rumbo del debate por las discrepancias.
7. Crear conclusiones
Una vez que el debate finalice es muy importante ofrecer conclusiones para ver lo que ha aportado.
Con esta actividad, no solo aprenden a dialogar, sino que están implícitos procesos fundamentales para la vida como son la reflexión, la argumentación, la capacidad de generar conclusiones, la escucha, la paciencia y, lo más importante, disfrutar en familia y mejorar la comunicación familiar.