El esfuerzo es el mejor resultado que pueden tener nuestros hijos. Todos, mayores y pequeños, debemos entender que las cosas importantes se consiguen con esfuerzo y manteniendo una actitud de perseverancia.
Nuestra mejor herencia es transmitirles que no tengan miedo a las dificultades ni al fracaso
Nos decía una persona que, por mucho que digamos otra cosa, los padres, en general, buscamos el resultado. ¿Por qué nos pasa esto?, ¿queremos inmediatez?, ¿la vida es solo ganar?, ¿el que gana es el mejor?, ¿si nuestros hijos no ganan hemos fracasado?
La perseverancia es la virtud por la que una persona es capaz de motivarse para alcanzar una meta y esforzarse por conseguirla. Cuando son más pequeños debemos ayudarles a que se planteen “metas importantes”, adecuadas a su edad, para que vean que el esfuerzo por alcanzarlas merece la pena.
Irán viviendo en primera persona que el éxito se consigue sumando pequeños esfuerzos realizados día tras día. Es un pequeño gran entrenamiento que practicarán a lo largo de su crecimiento personal.
Las personas perseverantes no se rinden con facilidad, no olvidan sus objetivos y trabajan con constancia porque tienen esperanza en alcanzarlos.
Es incompatible querer alcanzar una meta y no esforzarse por conseguirla. Poniendo todos los medios que tenemos a nuestro alcance lo conseguiremos. Es bueno que nuestros hijos conozcan metas que queremos obtener y cómo nos esforzamos en conseguirlas.
La virtud de la perseverancia, como todas las demás, necesita de un “buen ejercicio” para ir adquiriéndola. Los padres les facilitaremos la práctica para que sean ellos los protagonistas.
Gracias al esfuerzo continuo realizado apreciarán más los logros obtenidos. Como consecuencia, aumentará su autoestima y hará que se sientan mejor.
Las personas sin perseverancia se desaniman fácilmente y abandonan lo que se proponen ante la primera dificultad. No terminan lo que comienzan porque se dejan llevar por lo fácil y cómodo.
Nuestra mejor herencia es transmitirles que no tengan miedo a las dificultades ni al fracaso. De los errores siempre aprendemos a superarlos, con ellos mejoramos y crecemos como personas.
Que vean que seguimos hacia delante, percibirán que no nos rendimos y que seguimos con los proyectos que nos hemos propuesto. Cuando surjan las dificultades, porque siempre surgen, observarán que seguimos, verán que siempre encontramos otros caminos con soluciones para superarlas.
Un modelo fácil en el que podemos fijarnos es en los deportistas, cómo van adquiriendo sus metas a base de perseverancia en los entrenamientos.
Puntos de apoyo para la perseverancia
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Fortaleza
Nos hace falta para no rendirnos y dejarnos llevar por lo fácil y cómodo.
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Esfuerzo
Sin él no conseguiremos grandes metas. La clave es que nos esforcemos todos los días en cosas pequeñas que nos cuesten.
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Constancia
Para continuar realizando las actividades necesarias para llevar a cabo lo que nos hemos propuesto. Nos ayuda a poner todos los medios que están a nuestro alcance.
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Orden
Con él establecemos las actividades que hemos de realizar para conseguirlo.
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Paciencia
Nos ayuda a saber esperar y ser paciente con nosotros mismos y con los demás. Comenzar es fácil, lo que tiene mérito es acabar.
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Responsabilidad
Para hacer lo que debemos y no lo que nos apetece.
Estos ejemplos prácticos que os ponemos a continuación pueden ser una guía para que vayamos observando en nuestros hijos su esfuerzo y no busquemos el resultado continuo.
La práctica a lo largo de los años hará que tengan interiorizado el esfuerzo, la mejor herramienta para obtener nuestros objetivos y proyectos.
- Cumplir los encargos.
- Tener la mesa de trabajo limpia y ordenada.
- Acabar las actividades extraescolares establecidas en el año.
- Establecer tiempo de tecnología.
- Terminar los juegos que comienzan, aunque estén perdiendo.
- Practicar un deporte siendo constante en los entrenamientos.
- Realizar manualidades cuidando los detalles pequeños.