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Consejos para escribir la carta a los Reyes Magos

Es importante ayudarles en función de su edad y sus gustos

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El momento de escribir la carta a los Reyes es una oportunidad para que vivamos con nuestros hijos e hijas la magia de la Navidad. Es una ocasión estupenda para compartir sus ilusiones y llegar a conocerles un poco mejor.

Es una oportunidad para trabajar con ellos la generosidad o comenzar a pensar en los demás

No cabe duda de que la noche de Reyes es para los niños lo mejor de la Navidad. Y antes de que llegue ese momento podemos compartir sus ilusiones.

Observan los catálogos, se encuentran escaparates llenos de colores con un sinfín de objetos que no saben ni qué escoger, lo miramos con ellos en Internet y por fin llega la hora de elegir. Qué momento tan entrañable para divertirse junto a ellos y compartir su ilusión, ¡qué gran oportunidad de volver a ser niños!

Si son muy pequeños…

… y todavía no saben escribir, les podemos decir que hagan una cruz o simplemente dejarles un rotulador algo grueso para que hagan una raya sobre lo que les gustaría recibir ese día. Si ya saben escribir, según su destreza, mejor animarlos a que pongan unas letras para que cuenten cómo les ha ido el año, cómo se han portado o simplemente hagan una lista.

Hay muchos niños en el mundo y no podemos pedir todo lo que queremos. Por eso vamos a elegir entre tres o cinco regalos para que vayan comprendiendo que todo tiene límites.

Su imaginación es infinita y se les ocurre lo más inesperado. También se dejan llevar mucho por lo que ven a sus amigos o por el bombardeo que reciben de información. Todo vale y no podemos perderlo de vista.

Es importante ayudarles en función del periodo sensitivo en el que se encuentren. Es una etapa en la que muestran un interés especial en el aprendizaje de determinadas áreas. Lo hacen sin esfuerzo alguno porque es la etapa en la que están más receptivos y les cuesta menos.

Teniendo en cuenta esto y su desarrollo, los primeros años de vida podemos guiarles para que puedan pedir juguetes que fomenten el desarrollo de los sentidos y el movimiento. Necesitan moverse, explorar y experimentar.

También les gusta imitar actividades y conductas de su alrededor, de la vida real. Por eso repiten en sus juegos lo que hacen las personas que tienen cerca. En más de una ocasión seguro que les habéis encontrado imitando a su profesor, haciendo que cocinan o como si estuviesen haciendo la compra, tomando la temperatura a un muñeco, etc.

Es el modo que tienen para asimilar el mundo que les rodea, desarrollar el lenguaje, la imaginación y la creatividad. Canalizan las emociones y poco a poco van adquiriendo más autonomía.

Todo ello, por tanto, son pistas de que el juego es su medio de aprendizaje.

A partir de los siete años…

Comienzan a desarrollarse las reglas del juego. Aquí ya entra un nuevo factor que es aprender a perder. Es un buen momento para observar algunas de sus reacciones.

Aprender a respetar las reglas, enseñarles que se pueden cambiar si todos los miembros estamos de acuerdo. Dejarles ganar de vez en cuando, pero no de forma continua porque se dan cuenta si lo hacemos a propósito, etc.

Recordemos que jugar con ellos favorece nuestro lazo afectivo y a ellos les ayuda a crecer en autoestima y continuar con una buena autonomía.

Cuando entran en la edad de los 11 y 12 años…

Tenemos que competir con “la adicción” a las pantallas. Los expertos en salud recomiendan juegos relacionados con la actividad física y si son al aire libre, si se puede por las circunstancias actuales, mejor. Son necesarios para el bienestar físico y emocional.

Parece que ya son mayores, pero todavía nos necesitan y realizar planes y actividades juntos les favorece, y mucho. El juego sigue siendo importante en su desarrollo. Además, por suerte, existen un sinfín de actividades que todavía les mantienen muy activos y bastante entretenidos.

Los juegos de puntería, algunos de contar historias y otros como los de construcción vertical u horizontal son algunos de ellos.

Y, finalmente…

Para nosotros mismos, los padres y madres, pedir siempre algo divertido que nos haga ilusión a todos.