Todo soñamos con que nuestros hijos e hijas tengan la autodisciplina necesaria para planificar, organizar, priorizar y resolver sus tareas escolares sin ayuda. Bueno, ya te habrás dado cuenta de que… ¡no es tan fácil! No te pierdas las claves que nos ofrece nuestra experta, Laura Lewin.
Si crees que ayudarles con sus tareas es beneficioso y quieres continuar haciéndolo, te doy algunos consejos:
1. Crea una rutina
Una de las primeras cosas que tenemos que hacer es la de desarrollar una rutina. ¿A tu hijo le resulta más fácil concentrarse por la mañana o por la tarde? Trata de crear horarios de trabajo teniendo en cuenta lo que le funciona mejor.
2. Ayúdale a organizar y priorizar
“¿Qué vas a hacer primero?” “¿Cuántas hojas hacemos hoy?” “¿Necesitas algo en particular para completar esa actividad?”
3. Prepara el espacio de trabajo
Para evitar que se disperse, haz que no le falte nada en su espacio de trabajo: desde el cuadernillo y los útiles hasta un vaso de agua para que no tenga que levantarse. Además, apaga la televisión, la música y cualquier otra cosa que pueda distraerle.
4. Estructura el tiempo en períodos relativamente cortos
No llegues al punto de que esté tan cansado que se ponga de mal humor. ¿Qué tal un pequeño recreo? Anticípate y combina el tiempo de concentración con actividades más placenteras.
5. Acompáñale
El cerebro es social. Aprendemos mejor en compañía. Si tu hijo todavía es pequeño, acompáñale, lee las consignas, trata de generar su interés. Si se frustra, anímale: «¿Te acuerdas cuando el año pasado no te salía, te esforzaste y lo conseguiste? ¡Seguro que ahora también puedes!»
6. Ayúdale a entender
Como mamá o papá, seguramente te resulta difícil enseñarle ciertas cuestiones o practicar con tu hijo. Te comparto algunos recursos que tal vez puedan servirte. No olvides que cada persona aprende de manera diferente. Lo que te sirve con un hijo, tal vez no te sirva con otro.
Puedes ayudarle a comprender mejor el contenido a través de:
-
- Mapas mentales.
- Organizadores gráficos.
- Cartelitos (flash cards).
- Resúmenes.
- Cuadros.
- Preguntas y respuestas.
- Diagramas.
- Línea de tiempo.
- Guías de estudio
Otra estrategia que puedes utilizar es la Pausa de tres Minutos. En cualquier momento puedes parar y hacerle alguna pregunta, como:
-
- ¿Qué es lo que te ha parecido más interesante hasta ahora?
- ¿Qué tres cosas acabas de aprender que antes no sabías?
- ¿Qué palabra fue clave?
- ¿Qué frase te ayudó a comprenderlo mejor?
- ¿Hay algo que no te haya quedado claro?
- ¿Qué concepto te sorprendió?
Otra técnica es la de “Leo-recuerdo-repaso”:
-
- Tu hijo lee un contenido y después guarda el material de lectura.
- Recuerda todo lo que puede y lo explica con sus palabras de manera oral o escrita.
- Repasa aquello que no recordó o que interpretó de manera errónea.
Por otro lado, si tiene que leer algún contenido en un libro, lo va a entender mejor si antes de empezar te cuenta qué sabe del tema o busca algo relacionado en internet.
7. Cuida sus creencias
Son nuestras creencias las que nos acercan o alejan de aquello que queremos hacer. Frente al fracaso o el desafío, algunos niños se esfuerzan más. Otros, por el contrario, se frustran y abandonan. Si tu hijo utiliza un lenguaje negativo, ayúdale a reformularlo:
Hijo: ¡Soy malísimo en Matemáticas!
Adulto: Mi amor, no eres malo. Simplemente no te salió el ejercicio.
….
Hijo: ¡No me sale!
Adulto: No te sale todavía.
8. Anímale a que pida ayuda
Si no entiende algo, ¿puede recurrir a su docente/compañeros? Un niño que aprende a pedir ayuda desde edades tempranas, va a poder pedir ayuda de mayor.
9. Motívale. ¡Conviértete en su animador personal!
Aunque sean pequeños logros, elogia aquello que hace bien. Sentir que estás orgulloso de él le va a ayudar a seguir intentándolo. Por ejemplo: «Me encanta cómo lo resolviste» o «admiro cómo te esforzaste».
10. Y, por último, ¡ármate de paciencia!
Muchas veces, creemos que nuestros hijos saben ser alumnos. Les decimos «ve a estudiar» como si supieran qué significa. Y, la verdad, muchas veces no lo saben.
Con paciencia, ternura y acompañamiento, podremos hacerlo lo mejor que podamos. Al enseñarles de una manera positiva, reforzamos nuestra influencia sobre ellos, nos conectamos mejor y les hacemos sentir más seguros y confiados.
Además, les damos herramientas para autorregular sus emociones, les enseñamos empatía y, en definitiva, generamos un hogar con más armonía.