Conflictos entre compañeros: cómo formar vínculos más sanos

3 estrategias a tener en cuenta para fomentar un mejor clima en la escuela

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En la escuela circulan incontables historias, experiencias y emociones dentro de cada uno de los alumnos. Estas pueden ser incómodas para nuestros hijos y sus compañeros. Decidimos hacer zoom sobre posibles alternativas que tenemos como familia para acompañar en esos conflictos de forma sana y trascendental.

Estas tensiones no se limitan únicamente a los tan famosos casos de bullying a nivel global

Al momento de inscribir a nuestra familia en una escuela por primera vez, consideramos muchos factores en la decisión. Y si bien esto siempre ha sido una parte lógica del proceso, los tiempos que corren parecen indicar que ningún establecimiento educativo puede asegurar en un 100% que no vayan a existir conflictos, especialmente entre compañeros.

Básicamente cualquier contexto donde se involucren grupos de dos o más personas abren la puerta a posibles problemáticas. Y si a esa base le agregamos el tradicional esquema escolar de un mínimo de 4 horas diarias durante 5 días a la semana durante 12 años, obtenemos un verdadero caldo de cultivo de potenciales encontronazos.

Estas tensiones no se limitan únicamente a los tan famosos casos de bullying a nivel global: episodios de celos, envidia, violencia, o una disculpa no dicha a tiempo o incluso triángulos amorosos son también parte del menú estudiantil.

¿Se pueden evitar los conflictos?

Siendo que no podemos evitar la existencia de conflictos, sí podemos optar por aprender estrategias para una mejor convivencia y, en última instancia, un mejor vínculo entre compañeros.

De hecho, uno de los principales objetivos por los que la educación escolar existe es el de generar un “campo de entrenamiento” donde fomentar estas cualidades y prepararlos para la vida adulta.

Esto se vuelve mucho más relevante cuando nos percatamos de que muchas de esas problemáticas prevalecen todavía durante la adultez. Entonces, ¿qué podemos hacer como padres para reforzar estas virtudes tan necesarias?

Trabajar por una relación escuela-familia de confianza

No son pocos los padres que ven a las instituciones educativas como responsables exclusivas de las posibles riñas o tensiones emergentes durante el período lectivo.

Si bien es verdad que muchas se presentan en el mismo recinto, no se puede ignorar la influencia del hogar y las experiencias vivenciadas por niños y adolescentes hasta el momento del problema.

Por lo tanto, cultivar una relación recíproca de confianza y de constante monitoreo ante posibles cuestiones es responsabilidad de ambas partes de la ecuación. Además, será más difícil para los hijos recibir dobles mensajes por parte de la familia y la escuela. De esta forma, el mensaje a transmitir será mucho más potente, integral y duradero.

Ver más allá del detonante de los conflictos

Cuando nuestros hijos se acercan a nosotros y nos cuentan de un problema con otro compañero, solemos ponernos del lado de nuestra familia, sin cuestionamientos.

Y aunque sea casi de forma instintiva, esto puede impedirnos empatizar con el otro compañero involucrado y su familia. Aquí es cuando se genera un clima de competencia sin razón alguna, y sin querer reforzamos el problema porque avalamos una relación ‘desigual’ entre compañeros.

¿Qué pasaría si nos preguntamos por qué se generó esa situación de envidia o esa mala palabra entre pasillos? ¿Nos animamos a validar ambos lados de la discusión como padres, incluso si el otro “empezó primero”?

Invitar al compañero y/o la familia involucrada para eventos sociales

Son muchas las amistades que se han forjado a partir de algún malentendido o tensión en la infancia o la adolescencia.

El factor clave depende de cómo se reacciona después de estas situaciones. Una posibilidad podría ser la de generar acercamientos extraescolares entre compañeros para que puedan conocerse en otros contextos. Incluso se puede considerar extender la invitación a la familia.

Por empezar, esto puede ayudar a descomprimir la presión de la dinámica escolar, que sin duda influye en la conducta y roles de los estudiantes. Por otro lado, se vuelven testigos de cómo sus padres pueden conversar de forma cordial, sin faltar el respeto o generar rispideces innecesarias.

Intentar acercar estos dos universos no afecta al orgullo familiar Como dijimos en un principio, la etapa escolar es larga e intensa y es más sabio y productivo esforzarse como comunidad por encontrar las mejores soluciones posibles.

Joaquín Sombielle

Licenciado en Psicología

Docente de piano y lenguaje musical