«La mesa de la paz» es un recurso para las familias que quieren resolver los conflictos y mejorar el entendimiento de las emociones con los más pequeños (y no tan pequeños).
«La mesa de la paz» para resolver los conflictos está destinada para los pequeños de la casa, aunque, en realidad, si se adapta se puede utilizar a cualquier edad, incluso con adolescentes o adultos.
Cuando los niños son pequeños y se frustran o están enfadados pueden tener conductas conflictivas que, si no se guían adecuadamente, podrían acabar en comportamientos poco adecuados.
Si bien es cierto que las emociones no se deben reprimir, sí que hay que entenderlas y gestionarlas correctamente.
Los niños deben aprender a entender sus emociones, qué significan y cuál es la mejor forma de controlarlas.
¿Qué es?
Es un recurso creado por María Montessori que ayuda a entender las emociones, calmarlas y buscar soluciones a problemas que estén sucediendo en un momento determinado con hermanos, amigos o incluso padres.
Se necesita una mesa y sillas. Debe haber objetos que ayuden a la calma como, por ejemplo, un reloj de arena o instrumentos relajantes para poder manipular con las manos (collares de cuentas, piedras suaves, muñecos blanditos, libros que traten temas para entender las emociones más intensas, etc.).
También se debe incluir una campanilla para tocarla cuando el conflicto se haya trabajado y resuelto por completo.
¿Cómo se desarrolla?
- En ningún momento debe utilizarse como una imposición para los niños. Deben entender qué es y para qué sirve, pero su uso debe ser siempre totalmente voluntario. Las imposiciones solo generarán rencor y malestar.
- Dentro del conflicto o de las emociones intensas, el adulto deberá de convertirse en el guía para ayudarles a expresar sus sentimientos y emociones de la forma más asertiva posible.
- Se debe hacer por turnos de palabras y, de ahí, la importancia del uso del reloj de arena.
- Cada niño tendrá un tiempo para expresar cómo se siente, mientras que la otra parte del conflicto escucha activamente sin interrumpir.
- El niño puede tener en la mano cualquier instrumento u objeto que le ayude a relajarse o a encontrar la calma para poder hablar (como las piedras suaves o los collares de cuentas).
- El objetivo es que puedan explicar, en un lugar seguro y libre de conflictos, cómo se sienten y cómo creen que sería la mejor manera de resolver ese conflicto que les está molestando.
- Primero habla un niño y después el otro, y el adulto tomará la palabra cuando lo considere necesario.
- Se realizarán tantos turnos como sean necesarios hasta que el problema quede totalmente solucionado.
- Este método también es útil cuando un niño siente alguna emoción intensa como la ira o la frustración a causa de una circunstancia o por alguna otra persona, aunque no esté presente.
- Con la ayuda del adulto podrá buscar soluciones que, aunque no acaben con el problema, sí puede ocurrir que se sienta mejor después de la reflexión.
- Si es posible, una idea estupenda para utilizar es poner música de calma y relajación.
Un buen recurso para el hogar
Para que este recurso funcione es importante que los niños estén familiarizados con él. Esto significa que no debe usarse como castigo, ya que los sentimientos serán más intensos y menos fáciles de controlar y entender.
Es importante que en un momento neutro de no conflicto, se les explique a los niños en qué consiste «la mesa de la paz» y cómo funciona. De esta manera, en un momento de calma entenderán qué es y todo lo bueno que les puede aportar.
En el momento en que los niños se acostumbren, podrán usarla siempre que lo necesiten, incluso de forma independiente cuando se sientan tristes o afligidos.
Cuando los niños son pequeños, necesitarán al adulto como guía y mediador, a medida que vayan creciendo o que se familiaricen con esta metodología, podrán utilizarla sin ayuda y requerir la presencia del adulto únicamente para momentos concretos en los que no encuentren la solución por sí mismos.
En cualquier caso, en la mesa de la paz siempre hay que expresarse y hablar desde la calma, con respeto y con empatía.
De esta manera, los niños aprenderán a entender y a gestionar sus propias emociones, pero también a entender a los demás que son personas que pueden tener sentimientos y emociones totalmente contrariados ante una misma situación.
Es una herramienta valiosa que les durará para toda la vida.