La importancia de educar para prevenir la violencia

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“Mi hija lleva días sin querer ir al colegio. ¡Algo debe estar pasando!”, fue el acertado comentario de una madre. Tenía razón: se estaban burlando de la niña por ser gordita. Cuando un niño manifiesta, de manera reiterada, rechazo por ir a un lugar o ver a una persona hay que sospechar que “algo” está pasando. ¿Le están haciendo bullyng en la escuela? ¿Alguien se está burlando? ¿A qué le tiene miedo?

Promover el respeto mutuo previene todo tipo de violencia

Vamos a hacer un breve recorrido de algunos elementos que nos van a permitir detectar, prevenir o enfrentar algunos tipos de violencia. Hay señales de alarma, indicadores, que si los conocemos, nos permitirán proteger a nuestros hijos e hijas. Podremos evitar males mayores porque la violencia, del tipo que sea y del grado que sea, deja secuelas.

Crear un clima de confianza y comunicación

Lo primero y más importante es crear un clima de confianza y comunicación  en el hogar, de manera que el niño o la niña, sea capaz de hablar de cualquier suceso que le haya sucedido, sabiendo que se le creerá y será comprendido.

Debemos saber que el niño suele decir la verdad cuando cuenta  algo que le ha pasado, sea violencia escolar , con compañeros o familiares. Por ello, los padres deben crear ese clima de confianza necesaria para que el pequeño o la pequeña se atreva a contar lo sucedido

¿Cómo se genera esa confianza?

1. Acostumbrar a los hijos a comentar sus estados de ánimo y los sucesos vividos:

    • ¿Cómo te fue hoy?
    • ¿Tuviste un buen día?
    • ¿Lo pasaste bien?

2. Observación de su rostro, para leer el lenguaje no-verbal que es muy importante:

    • ¿Qué gesto hizo al responder?
    • ¿Sonrió?
    • ¿Manifestó alegría?
    • ¿Hizo alguna mueca aunque respondió que le había ido bien?

3. Estar atento a cualquier cambio en su estado de ánimo:

    • ¿Suele ser conversador y está muy callado?
    • ¿Le  molesta que le pregunte cómo le ha ido?

Todo esto podrían ser señales claras de que “algo” ha pasado o está pasando, aunque no sea necesariamente grave, pues lo importante es enfrentar la situación a tiempo.

4. Cambios en la conducta del niño, niña o adolescente en sus hábitos y costumbres:

Son alertas de que algo está pasando y podría  ser  producto de algún tipo de violencia.

5. Administrar las emociones de nuestros hijos:

    • ¿Cómo amanecí hoy?
    • ¿Estoy angustiada, enfadada,  deprimida?

Tratar de buscar los motivos de esas emociones para que no sean los hijos quienes paguen las consecuencias. No se trata de reprimir la emoción, sino de administrarla.

La rabia, por ejemplo, es normal que se sienta por alguna razón, lo que no es normal es que reaccionemos de manera violenta con los que tenemos alrededor y se produzcan “corto circuitos” que son destructores.

Con la cuarentena prolongada, aumentó significativamente  la violencia intrafamiliar.  Administrar las emociones la previene.

6. Realizar algunos ejercicios de respiración profunda:

Esto baja los niveles de rabia y de estrés. También ayuda, cuando se está alterado, contar hasta 10 o hasta 20. Lo que importa es evitar la reacción violenta.

7. Promover el respeto mutuo

Al promover el respeto mutuo se previene todo tipo de violencia: nadie irrespeta a otro, ni el grande al pequeño, ni el pequeño al grande, ni el niño a la niña, ni la niña al niño:  todos deben respetarse.

Para  ello, hay que comenzar respetando a los niños y decirles que ellos merecen respeto. Es un error muy grave  promover la venganza: “si te dan un golpe, dale tú más duro, no seas cobarde”. Este tipo de respuestas promueven la violencia.

En este mismo orden de ideas, el respeto mutuo supone evitar, desde pequeños  esos comentarios que implican una cultura machista, tales como: “los varones no lloran y deben ser valientes”. Expresar los sentimientos es sano. Llorar no es señal de cobardía ni de debilidad.

8. Prestar atención a las redes

No se olviden de estar pendientes del internet:

¡Mucha atención con las amistades que se hacen por internet!  Hay mucha violencia, de todo tipo. El cyberbullyng es muy dañino y el acoso y la violencia sexual también recurren a esas vías.

Por ello, es muy conveniente conversar con libertad sobre esos temas, sobre todo con los adolescentes.

Una estrategia que puede ayudar a detectar si se está sufriendo algún tipo de violencia y no se ha comunicado, es contar “un cuento”  que, por supuesto inventaremos, donde al protagonista, sea un niño o un animalito que humanicemos, le sucede algún evento violento, en la escuela, en la casa de un familiar o en el bosque si nuestros destinatarios son muy pequeños y preferimos fábulas.

Luego, preguntamos  si conocen a alguien al que le esté pasando algo parecido a lo que le pasa al protagonista  y les animamos  a que hablen y nos cuenten. Tengamos bien presente que, con frecuencia, el niño o el adolescente, trasladan a otros lo que les sucede  a ellos: “A una amiga mía…”

Cuando se sospecha o  tenemos certeza de alguna situación de violencia del tipo que sea, no hay que desechar o minusvalorar los hechos, diciendo que son tonterías o que no tienen  importancia, sino que hay que asegurarse de que la víctima se sienta comprendida y segura de que se van a tomar medidas para acabar con la penosa situación.

Antonio Pérez

Escritor y educador

Licenciado en letras por la Universidad Católica de Caracas