El 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Esta fecha se recuerda desde un hecho acontecido en el año 1960, en el cual las tres hermanas de apellido Mirabal fueron asesinadas por oponerse a la dictadura de Rafael Trujillo, en República Dominicana.
En esta fecha continúa la visibilización y denuncia de la violencia contra la mujer
Fue en 1999 cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas institucionalizó esta efeméride. El organismo entiende por violencia contra la mujer a “todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
Visibilizando el problema
En esta fecha continúa la visibilización y denuncia de la violencia contra la mujer y el reclamo por su eliminación a todo a nivel mundial. Según la ONU, hasta el año 2020 y a escala mundial, el 35% de las mujeres ha experimentado por lo menos una vez violencia de algún tipo por parte de una pareja o de un desconocido.
De las víctimas de la trata de personas, el 49% son mujeres adultas, mientras que jóvenes y niñas representan un escalofriante 72%. Por lo menos 15.000.000 de niñas adolescentes han experimentado relaciones sexuales forzadas a nivel internacional.
Las cifras continúan. Pero existen dos tipos de números que asustan aún más:
- El fenómeno relacionado con la violencia a la mujer no ha retrocedido casi, en números, en los últimos 10 años.
- El número de llamados a líneas de asistencia a violencia hacia la mujer se quintuplicó durante la pandemia de Covid-19.
No es novedad, no. Pero hoy más que nunca resulta muy claro que tomar cartas en el asunto desde todo ángulo posible es no solo opcional, sino necesario.
Luchar como sociedad y como individuos
Podemos hablar largo y tendido sobre quién debería actuar, qué organismos deberían intervenir y cómo deberían hacerlo. Pero quizás no está de más un replanteo sobre lo que nosotros podemos hacer, desde el lugar de cada uno.
Por supuesto, números de esta magnitud precisan de intervenciones fuertes, relevantes, de movilizaciones profundas, de cambios estructurales, de una cultura renovada, de políticas fuertes que accionen. Quizás podemos pensar que lo que hacemos de forma individual tiene muchísima menos repercusiones que las necesarias movilizaciones que este tema precisa a esta altura.
Si bien es así, no dejemos de estimar la importancia de lo que sembramos en la sociedad de la que formamos parte. Al final del día, nosotros también somos creadores de la cultura que nos rodea.
Como madres, padres, hermanos/as, amigos/as, compañeros/as, trabajadores/as, ciudadanos/as, sin importar desde qué lugar, seamos influencia para bien en los ambientes en los que nos movamos, o mejor aún: salgamos de nuestras zonas de comodidad y ambientes conocidos para movernos hacia lugares que no conocemos, pero que necesitan manos y voces.
Acciones para reducir la violencia contra la mujer
- Desnaturalicemos la cultura del “piropo” por la calle, del chiste “de hombres”, de la crítica cultural hacia la mujer, de objetivar el cuerpo ajeno, de cruzar límites de un otro y del no consentimiento. Y si nosotros lo tenemos claro y practicado, prediquemos y denunciemos.
- Enseñemos bien a las generaciones que vienen detrás de nosotras en años, hablemos del tema en casa, cuidemos como hablamos de esto en una sobremesa informal, entre familia y amigos.
- Si avistamos alguna actividad sospechosa en la calle entre un hombre y una mujer, en la que ella parece estar siendo vulnerada, forzada o agredida de cualquier manera, no sigamos caminando. Con cuidado, pidamos ayuda o llamemos al organismo que corresponda para lidiar con la situación.
- Escuchemos y ofrezcamos la ayuda necesaria a esa mujer amiga que se encuentra o se encontró en situación de violencia o abuso. Cuidémonos entre mujeres a la hora de andar por la calle o frente a tratos extraños.
- No tomemos los celos obsesivos, la sobreprotección sin consentimiento, las palabras agresivas, la pasivo-agresividad, la minimización, la falta de libertad por parte de una pareja como gestos románticos o naturales.
- Informémonos: existen muchísimas redes de ayuda, líneas de asistencia con las que contar de ser necesario, pero también organizaciones que se movilizan en pos de estos temas y planes en marcha con los cuales quizás podemos colaborar y hasta formar parte. Conozcamos nuestras opciones e involucrarnos en la lucha.
- Busquemos ayuda si la necesitamos. Levantemos la mano a tiempo. No nos callemos.