A medida que la población mundial crece, también lo hacen los potenciales conflictos entre individuos. Por lo tanto, inculcar valores referidos a la paz en nuestro propio universo llamado «hogar», son sin duda un eslabón imprescindible para aspirar positivamente hacia el ideal de un mundo más pacífico.
La paz empieza en casa
Desde que fuimos peques crecimos con el ideal de vivir en un mundo donde la paz prospere, ya sea en el ambiente educativo o de la propia cultura. Sabemos también que ese ideal dista mucho todavía de ser alcanzado, con ejemplos mundiales como los conflictos todavía vigentes entre Israel y Palestina o la reciente guerra entre Rusia y Ucrania.
¿Y qué pasa con los ejemplos más “micro” y cotidianos? ¿Qué pasa en nuestro día a día en casa? ¿Podemos decir que en nuestro hogar se siente un clima pacífico familiar?
Empecemos por decir que la paz no surge espontáneamente, sino que implica un esfuerzo de parte de cada individuo, con lo cual tener el deseo de fomentarla es sin duda un primer paso para comenzar a traerla a escena.
Siendo sinceros, sabemos que esto no es suficiente y que a veces perdemos motivación o no logramos identificar las herramientas necesarias para revertir climas de conflictos permanentes, incomunicación o indiferencia con nuestros seres queridos.
¿Qué podemos hacer?
Por supuesto que no es posible transmitir todo lo necesario en pocas palabras, pero sí existen acciones concretas que definitivamente nos llevan en la dirección correcta. Además, tienen una finalidad lo más práctica y realista posible acorde a los tiempos eclécticos y cambiantes en los que vivimos.
- Evitar que los cónyuges o la pareja discutan en frente de su familia y aprenda a dialogar. En la actualidad existen cursos y libros que ayudan a las parejas a sostener discusiones constructivas y tener comunicación no violenta.
- Fomentar intencionalmente temáticas sobre las amplias formas de existencia que hay en nuestro mundo, respetando, por supuesto, a todas. Aunque estamos de acuerdo en que somos diferentes unos con otros, eso no implica que algunos valgan más o menos, sino que somos parte de una gran diversidad.
- Promover en la familia un diálogo amplio y asertivo, donde los desacuerdos se manifiestan de manera respetuosa. Predicar a los hijos con nuestro ejemplo y ayuda para resolver los conflictos de forma pacífica.
- Cuando vemos algún enfrentamiento o comportamiento violento, siempre se sugiere mostrarnos en desacuerdo con ello. Se ha comprobado con numerosos estudios de campo, que el crimen puede ser evitado si desde la infancia le transmitimos a nuestra familia que elegir una postura que lastima al otro es un camino totalmente reprobable en la vida humana.
- Evitar las palabras hirientes, los insultos y las faltas de respeto entre la pareja y entre los hermanos. Recordar que los hijos observan todo el tiempo a sus padres y la forma en que se relacionan. No podemos ignorar que estas formas se convertirán eventualmente en la manera de expresarse que utilizarán en su vida adulta.
- Finalmente, contagiar a los hijos con un espíritu solidario es una gran forma de acercar y reforzar conceptos y experiencias ligadas a la paz. Esto significa involucrarse como familia en acciones de ayuda a los demás tales como llevar comida a hospitales, ayudar a alguna institución de apoyo social, entre otras acciones sociales a considerar.