La niñez es especialmente susceptible a enfermar por cambios en la alimentación, ya sea por deficiencias alimentarias o por consumo excesivo de sustancias dañinas. La calidad de la comida influye en las capacidades intelectuales y emocionales, incluso desde antes de nacer. No te pierdas estas recomendaciones.
La forma de comer de la madre y el ambiente a su alrededor en el embarazo intervienen en la salud del niño
Las niñas, niños y adolescentes tienen derecho a comer adecuadamente y a que las personas adultas a su cargo les provean de alimentos saludables.
Es indispensable ofrecer recomendaciones, así se formarán hábitos con responsabilidad y libertad al mismo tiempo.
En 1989, la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) reconoce a las niñas, niños y adolescentes como personas con derecho de pleno desarrollo físico, mental y social, y con derecho a expresar libremente sus opiniones.
Dicho tratado pretende generar ambientes seguros en defensa de una niñez disfrutable y sana, libre de maltrato, violencia, desigualdad y opresión.
Las familias deben reconocer los principios básicos de la salud y la nutrición y los gobiernos apoyarlas al máximo, proveyéndolas de nutrición, vestido y vivienda en la niñez.
La forma de comer de la madre y el ambiente a su alrededor durante el embarazo intervienen en la salud alimentaria de las personas de por vida.
Las familias se preocupan por el bien de sus hijos. Se esfuerzan por darles la mejor alimentación. Pero este afán puede convertirse en una pesadilla conforme crecen. Las preferencias por comer o no comer entran en conflicto con las normas de casa:
- Dejar la comida en el plato.
- Rechazo a una alimentación saludable.
- Ingesta desproporcionada de golosinas, botanas, bebidas azucaradas y productos de baja calidad.
Recomendaciones
- Evitar al máximo la exposición a los productos ultraprocesados es indispensable para el cuidado de la nutrición por derecho.
- Asumir, desde la familia, la responsabilidad, como personas adultas, de tener disponible la comida sana donde sea visible, de fácil acceso y consumo seguro para la niñez.
- Garantizar la calidad de los ingredientes en la preparación de los platos corresponde a las personas mayores, ya que la cantidad que se ingiere es responsabilidad de quien lo consume.
- Servir porciones moderadas y permitir pedir más comida sin forzar a terminar todo lo del plato para evitar tensiones a la hora de comer.
- Respetar la libertad para elegir es un pilar para ejercer el derecho a la alimentación.
- Fortalecer la decisión al comer, ofreciéndoles dos o más opciones sanas y dejar que ellas y ellos decidan. Por ejemplo: “¿Hoy la ensalada la prefieres con nueces o con cacahuates?”, en lugar de “Quieres comer el pescado o mejor el postre”.
- Tener especial cuidado con los menús infantiles en los restaurante, porque suelen ser más riesgosos para la salud. En estos casos mejor ayudarles a decidir sin imposiciones.
- Reforzar la autonomía alimentaria de los niños.
- Involucrarles en la adquisición y preparación de la comida.
- Planear por anticipado los menús familiares.
- Asignar tareas de acuerdo a la edad tales como organizar refrigeradores, alacenas, montar la mesa, limpiar vegetales, aliñar ensaladas, sanitizar las compras, lavar trastes, entre otras.
- Involucrarse a los adolescentes en cuestiones financieras y culinarias para la compra y auto-preparación de su comida.
La comida saludable está fuera de negociación, en todo caso, los productos llamados chatarra forman parte de preferencias que las familias podrán decidir si las aceptan y bajo qué circunstancias, pero nunca como sustitución de la alimentación nutritiva.
Los derechos infantiles intentan establecer un modelo de supervivencia con bienestar donde todas las personas adultas asumen la obligación de cuidar la libertad alimentaria para abonar al pleno desarrollo físico, mental y emocional de niñas, niños y adolescentes.