Los niños tienen sus preferencias alimenticias desde pequeños. Si nos basáramos en el gusto, probablemente su alimentación se reduciría a dulces, yogures, chocolate… pero también es importante educar en otros sentidos: vista, texturas, olores. Te lo contamos…
Desde pequeños lo recomendable es tratar de darles a probar todo tipo de alimentos
Es importante educar los sentidos, mostrarles diferentes sabores, texturas, olores, para que los puedan ver, oler, tocar, probar… Este acercamiento inicial se puede considerar como la clave para que los niños aprendan a comer de todo.
Debemos dejarles tiempo para que puedan descubrir y experimentar. La reacción inicial suele ser de rechazo, al fin y al cabo es algo nuevo para ellos. Pero esto no significa que no les guste, sino que les resulta extraño. Hay que darles tiempo, volver a insistir sin forzar.
Para este momento es bueno introducir actividades de juego y darle un toque más lúdico. Es interesante generar esta prueba de sabores en momentos que no siempre tengan que estar vinculados a su comida.
Hay que aprovechar cualquier petición que ellos hagan hacia un alimento para dárselo y tener constantemente en nuestra boca la opción de “¿quieres probar?”, “¿te apetece?”, “mira qué bueno”.
Esta fase se suele prolongar en el tiempo porque no es automático probar un alimento y ya querer comerlo. Hay que intentarlo en varias ocasiones, dar varias opciones hasta que vayamos viendo que se acostumbran a los sabores, texturas y olores. Es entonces cuando podremos introducirlo en su alimentación habitual.
A partir de aquí, conforme vayamos ofreciéndoles de manera más continuada ciertos alimentos, los niños van a ir desarrollando sus gustos y nosotros los iremos descubriendo.
Habrá cosas que les guste más que otras. Para ello lo que podemos hacer es lo siguiente:
- Reforzar sus gustos. Eso le ayuda al desarrollo de su personalidad. Es él con sus propios intereses.
- Fomentar sus gustos no significa eliminar otras opciones. No podemos única y exclusivamente darles lo que ellos quieren sino que tienen que acostumbrarse a comer de todo.
- Dar opción a repetir de lo que les gusta y, de lo que no les gusta, ofrecerles menos cantidad, pero conseguir que coman algo.
- Respetar el orden de las comidas: primer plato, segundo plato y postre.
Del mismo modo, es necesario que los niños aprendan una serie de pautas relacionadas con la alimentación:
1. Comer lo que hay
Siempre va a haber unos alimentos que les gusten más que otros, pero, con independencia de ello, tienen que aprender a comer lo que hay, dándoles la oportunidad de repetir de aquello que les gusta y comer algo menos de lo que no les gusta.
Enseñándoles a comer lo que hay conseguimos que valoren la comida. De esta manera evitamos, además, hacerles caprichosos.
2. No rechazar o repudiar la comida
Los niños son tan espontáneos y naturales que a veces tienen reacciones negativas hacia aquello que no les gusta o no les apetece. Es una falta de educación actuar de esa manera en la mesa, por lo que no tenemos que permitir que suceda.
Hay que hacerles ver que ese alimento tiene un precio y tiempo y cariño con el que la persona lo ha cocinado. Rechazarlo es una falta de respeto.
3. Modo de comportarse en la mesa
Cuando son pequeños, la preocupación principal por parte de los padres, y muchas veces en los comedores escolares, es si el niño come o no come. Importa más la cantidad que la calidad.
Podemos tener niños que comen bien, pero con unas formas no adecuadas. Parece que no está de moda trabajar los modales, pero es necesario tener unas pautas mínimas de comportamiento que el niño no va a aprender si no se las enseñamos, se las exigimos y actuamos como ejemplo.
4. Poner y recoger la mesa
El momento de la comida es mucho más que sentarse a comer. Es muy cómodo tener el plato en la mesa, llegar, comer y marchar. Podemos aprovechar a enseñarles a trabajar la autonomía, siendo ellos los que tengan que esforzarse por poner la mesa, recogerla o repartir tareas entre los distintos miembros que se puedan encargar de esta labor.
5. Esperar a los demás
No todos tienen el mismo ritmo a la hora de comer. Ser capaz de acompañar a quien le cuesta más puede ser una actividad bonita para trabajar aspectos sociales, de generosidad y evitar el egoísmo.
A veces cuesta porque después de la comida suele haber momentos de juego y algunos niños comen deprisa para tener más tiempo para jugar. Sin embargo, debemos dedicar tiempo a este aspecto para hacerles más sociales.
6. Momento social
Aprovechar este momento, no solo para comer juntos, sino para fomentar la comunicación entre ellos. Que lo vean como un momento de desconexión en el caso de los comedores escolares y en casa es un buen momento para disfrutarlo en familia.
En muchas ocasiones se retrasa la introducción de alimentos sólidos por comodidad, ya que el puré lo comen muy rápido, o porque el niño parece que le cuesta más comer sólido. Este retraso no es positivo para el desarrollo del niño.
Cuanto antes sea capaz de masticar, conseguiremos no solo que coma alimentos sólidos, sino que esto le ayudará a desarrollar capacidades físicas y cognitivas importantes para otras actividades futuras como puede ser la posición de la boca a la hora de hablar, la fuerza física de la misma para producir soplido en un instrumento musical… Es algo más que aprender a comer.
Es importante resaltar el papel fundamental que tenemos para generar niños con buenos hábitos alimenticios y nutricionales. Desde pequeños lo recomendable es tratar de darles a probar todo tipo de alimentos como posibles opciones, acostumbrarles de este modo a comer de todo, no rechazar la comida y tener una dieta equilibrada que favorezca su desarrollo nutricional.
Todo esto sabiendo comportarse de modo adecuado y disfrutando de la comida como un momento de relación social y contacto familiar.